domingo, 3 de julio de 2011

LA CAJA DE PANDORA


3 DE FEBRERO DEL 2008
Siempre presumo de ser una persona emocional y apasionada. Orgullosa de ser una superviviente ante las desdichas que por “cosas de la vida” me han tocado vivir. Hago memoria y recuerdo las palabras de mi padre: “Hija, eres la persona más sensata que conozco. A ti te ha tocado pasar lo peor, puedo entender que necesites siempre espacio, después de todo...”. Han pasado muchos años con ese lema, pero un día de golpe, sucede algo. Tú que te ves tan madura, tan fuerte y ante una simple pregunta te hundes en el silencio, no puedes gesticular palabra. Por lo contrario, tu mente está gritando desde dentro tan fuerte que te deja sorda. Ahora estás muda y sorda. Mil emociones, mil deseos, mil temores, todos aprisionados en la boca del estómago. Te anulan. No puedes pensar. Te avergüenzas pero no quieres huir. ¿Odiosa contradicción, por qué no me dejas actuar? Horror, sentirse totalmente desprotegida, sola, avergonzada, igualmente decepcionada y sin poder actuar con normalidad. Ser tan pequeña y meterse tan para dentro que casi no eres nada, no existes, ya no estás.  Desde el fondo de tus latidos, una voz: “Déjame salir, déjame vivir, despierta y no digas nada, sólo haz”. Sentía vértigo. Miraba al frente y no veía nada. Intentaba tocar y se escurría entre mis dedos. Me volví reversible. ¿Quién era en esos momentos? Dejé de reconocerme al no poder hablar, que ironía, yo desde el silencio cuando mi arma es la palabra.  Me descubrí, me sorprendí. Con los años, había olvidado ese escondite. Ese refugio que me protegía ante situaciones de stress emocional.  Y me estrese de ganas, de amor, de pasión, de incertidumbre, de medias informaciones, de dudas, de cometer un error, de asumir alianzas, de ser consciente del presente, de no poder hablar del futuro, etc.  Hacia tiempo que no me acompañaba ese silencio.
Al día siguiente recordé las palabras de mi padre y por primera vez me entraron ganas de llamarlo y decirle: “Sabes, en el fondo creo que sí, que de algún modo ha hecho mella sobre mi todas esas cosas que me hacen parecer tan fuerte. Pues, algo pasa cuando durante largos periodos me siento insatisfecha, cuando ante cualquier compromiso comienzo a correr y todo pierde valor, cuando me siento perdida y muerta de miedo ante una simple pregunta, cuando estoy deseando que me amen para luego esconderme. Sabes, necesito naturalizar mis relaciones, necesito que me digan donde me perdí, necesito encontrarme para luego definirme. ¿Qué es lo que quiero papa? ¿Qué es lo que busco?
Dos días caminando, dos días sin parar de deambular por las calles. Yo y mi música. Yo y amigas.  Yo y la gente. Yo buscándome en el mundo. Una canción me hizo sonreir. Una lluvia que mojaba y calmaba la reseca emocional. Unas palabras que se suelen dedicar si se dan por aludidos. Encontré un camino, ahora tengo que empezar a caminar. Aquel día me encontré.
¡Por fin se abrió la caja de pandora!

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