martes, 28 de junio de 2016

Unas reflexiones de diario

Desde que se acabaron todos los tratamientos y las pruebas van saliendo bien no escribía sobre cómo estoy. 
Resulta mucho más fácil el contar los descubrimientos que vas realizando dentro del proceso que poder explicar, cómo me siento hoy. 
Las sensaciones que te quedan después de estar en plena lucha por estar bien, por sobrevivir a todas las incursiones a las que está sometido tu cuerpo, son un montón y totalmente desconocidas y sorprendentes. 
Todo el mundo me pregunta si estoy contenta por estar viva, y  ¡sí, claro, por supuesto! Estoy tan contenta de lo bien que ha ido todo, que me da miedo. Parece que no sepamos merecer tanta alegría. Bueno, parece que no acabo de creerme lo afortunada que soy. Me sorprendo a mi misma con mensajes de miedo que imagino será normal por el momento en el que me encuentro. Estos mensajes en ocasiones me obligan a parar, mirar hacia dentro y dedicarme unos momentos para volver a mirar la luz del sol y agradecer el poder verla cada día con ese brillo y energía,  agradecer el poder disfrutar de cada instante. 
Dentro de mi cuerpo hay una marea de sensaciones. Hay una sensibilidad a flor de piel, una sensación de plenitud con las cosas cotidianas. El quedarte mirando a tu gata espachurrada en el sofá, con esa tranquilidad de no tener prisa, de estar donde le apetece, me reconforta. El ver entrar los rayos de sol por el ventanal del comedor, me da alegría. El estar en mi hogar conscientemente me hace sentir protegida, arropada. El acercarme por la espalda de mi chico y besar su piel desnuda,  mueve la ternura. El mezclar con paciencia los ingredientes en la elaboración de un bizcocho, me relaja. El saber dejar las cosas para mañana y no tener prisa por acabar, me confirma un cambio. El subir una montaña hacia un destino marcado me da vitalidad. El mirar a través de los cristales a la gente disfrutar en la piscina, me ofrece opciones. Sentir el agua al caer en la ducha tocando mi piel, me conecta. Barrer el suelo de mi casa y verlo limpio, me hace más liviana. Ser capaz de escribir y escribir, conecta con mi yo más profundo, me libera. Mirar sin prisas, sin esperar nada, me hace ver una desconocida que me enamora. Preparar mis infusiones, sentarme relajada con mi taza, me hace sentir totalmente satisfecha, triunfadora. Si miras con detenimiento la cotidianidad es mucho mejor que un cuento, que una película de aventuras. Está llena de detalles; olores, sonidos, color... 

Envuelta en una niebla suave me encuentro, como en un sueño o la presentación de una película de miedo. Muevo mi mano hacia ella y...

Descubrimientos, descubrimientos. A veces no sé muy bien quien soy. Lo que está claro es que soy una nueva yo. 
Cuando pongo mis manos sobre mi propia piel, siento mucho amor. Un amor dulce con algo de tristeza por no haber sido capaz de quererme así antes. Está claro,  debo pasar ese duelo, debo despedir a esa niña dolida y triste que se pensaba de manera tan profunda que nadie la quería, que a ratitos,  ni se quiso ella. Adios mi niña. Siempre estarás conmigo, yo te colmaré de besos, de abrazos y de todo el cariño que necesitas. Ya no estás sola, estamos juntas en un presente rico en vivencias, dulce en amores y fresco en esencia. Deja de lado el dolor pasado. Ya no tiene sentido seguir con los mismos miedos de la infancia. Mi niña bella, ya no estás sola. Curaremos tus heridas con el amor que necesitas. Sonriendo te veo por el camino con la alegría que siempre lleva tu corazón. Sin esconder las penas les diremos adiós, aceptando una nueva vida que nos ha sido concedida. Daremos gracias a todo el mundo, a lo físico y lo divino. Cada vez que tengamos miedo, nos fundiremos en el abrazo que hoy relato. Recordaremos todas las cosas buenas que nos pasan al día y pararemos a ver los segundos que conforman ahora nuestra vida. También moveremos emociones a través de acciones deseosas. Cantar y bailar, serán parte de esta nueva vida, cantando sacamos y bailando curamos. Compartiendo todo lo rico del cariño de un dulce encuentro con quienes te aman y tu admiras. Si tú quieres, la vida es bella. Borremos los malos momentos como una lección leída y aprobada que nos ayuda a ver el camino hacia otras nuevas experiencias. Ahora con gafas nuevas me veo más bonita.

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS