domingo, 3 de julio de 2011

Esclavos por el reloj de las tendencias

27 DE AGOSTO DEL 2004


Esclavos del tiempo somos, del tic-tac silencioso del reloj que nos sigue durante toda la jornada, durante toda la vida.
Invento de organización moderna que ya nada tiene que ver con la hora solar, sino con la productividad del tiempo y su estructuración.
Antaño, el hombre guiaba su actividad a través del sol que era su compañero de trabajo, al amanecer lo despertaba con brillos suaves y al atardecer lo despedía con un adiós anaranjado. Era entonces cuando el hombre se movía en armonía con la naturaleza, cuando se hacia uso de ella de forma natural e instintiva, sin buscar excedentes.
La industrialización, la nueva organización del trabajo en la era moderna, nos ha legado la noción del tiempo, el ser conscientes de que el día dispone de veinticuatro horas que hay que repartirse entre lo productivo a nivel económico y lo ocioso.
Lo curioso es que tal como están las cosas en la actualidad y para subsistir, nos vemos casi obligados a emplear la mayor parte del tiempo en nuestro trabajo y el tiempo sobrante en actividades de ocio muy marcadas socialmente, mercantilizadas, como por ejemplo, ser socio de un centro deportivo.
La preocupación por el físico es algo que nos lleva a todos de boli, y aunque hay que reconocer que practicar algún deporte es muy saludable, ese no es el objetivo principal de la mayoría de los usuarios al apuntarse a cualquier actividad deportiva, el estar lo más parecido posible a los supermodelos con los que nos bombardean en miles de anuncios publicitarios es la meta, y si encima me encuentro mejor de salud, genial. Pero esta pasión por los cuerpos "danone" se lleva a extremos irracionales y totalmente insanos cuando se pretende luchar contra nuestra genética o condición natural, y encima queremos resultados rápidos, transformaciones milagrosas con el mínimo esfuerzo.
En el fondo existe una gran desinformación respecto a los efectos del entrenamiento deportivo, existen miles de teorías milagrosas para conseguir unos resultados rápidos, miles de fórmulas para conseguir entrar en el club de los cuerpos voluminosos y sin grasa, cientos de laboratorios farmacéuticos con productos infalibles y carísimos en la búsqueda del cuerpo diez, ¿pero los resultados son efectivos, son duraderos, tienen efectos secundarios?
Creo que llegados a este punto nos olvidamos de lo más importante, cada cuerpo es un mundo y tiene una manera diferente de asimilar, de aprovechar los elementos externos que le podemos aplicar a través del entrenamiento. También es cierto, que para que sea eficaz hay que seguir las pautas con cierta disciplina y constancia, que para perder grasa corporal lo más adecuado es el entreno cardiovascular, para el aumento de la masa muscular el trabajo de fuerza resistencia y fuerza máxima, para aumentar la movilidad articular y la flexibilidad son imprescindibles los estiramientos...etc, no hay más secreto...En el éxito del resultado se unen: la condición natural de la persona, su genética, la constancia de la misma; el tipo de entrenamiento medido por el objetivo y tiempo disponible; una dieta adecuada y mucha paciencia...pero ante todo, cierta pasión hacia el deporte y fuerza de voluntad.
Y después de este pequeño análisis llegamos a la conclusión que tener un cuerpo de anuncio requiere de mucho tiempo y constancia entre otros elementos, así que es casi imposible que una persona con una vida laboral intensa pueda cumplir el objetivo en su totalidad, objetivo que te inculcan socialmente como vital y necesario y empuja a muchos a prescindir de otras actividades más lucrativas por falta de horas o por agotamiento total.
Y es que vivimos a contrarreloj, dirigidos por un horario laboral y de ocio que nos hace estar entretenidos para no pensar demasiado, ya no hace falta, tan solo nos tenemos que dejar arrastrar por las tendencias sociales del momento que ocuparán todo nuestro tiempo, que consumirán toda nuestra energía mientras que miramos con atención el reloj para no llegar tarde a nuestra cita diaria con la rutina.


Conchi Gil

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